Anoche entre festejo y festejo, hubo gente que se tuvo que levantar para trabajar o cumplir con sus obligaciones pero la fuerte resaca le complico todo. ¿Cuáles son los secretos para recuperarse pronto?
La Navidad y Año Nuevo siempre van de la mano con el brindis. Las copas y la comida son las principales protagonistas y el calor en esta época hace que sea una temporada alta de consumo de alcohol. Esto genera que uno de los mayores problemas el 25 de diciembre y el 1 de enero sea la resaca.
El problema se agrava según la edad ya que, según un estudio del grupo británico Redemption, que promueve la diversión sin alcohol, el efecto de la resaca aumenta a partir de los 30 años de edad.
Existen diversas creencias populares que, ante la demanda de remedios caseros y urgentes para combatir la resaca aconsejan métodos extraños como beber una cucharada de aceite antes de ingerir alcohol, hacer ejercicio y transpirar luego de beber o comer un yogurt o un pedazo de queso cremoso.
Sin embargo, Se pueden buscar miles de remedios e intentar las más diversas fórmulas para evitarla, pero según parece y tal como demuestra un estudio presentado en unas jornadas de Neuro psicofarmacología celebradas en Amsterdam, beber alcohol en exceso predispone a sufrir al día siguiente los efectos de la resaca.
Según el citado estudio, ni beber abundante agua después de ingerir grandes cantidades de alcohol ni comer antes de meternos en la cama reducen significativamente los efectos que se sufrirán el día posterior a la borrachera.
Joris Verster, investigador de la Universidad de Utrech y principal autor del estudio sobre la resaca, explica que para llegar a esta conclusión se tuvieron en cuenta los hábitos de consumo de 789 estudiantes canadienses y las consecuentes resacas que padecían. De esta manera se llegó a la conclusión de que la resaca es en la mayoría de los casos proporcional al alcohol ingerido. También comprobaron que las personas que sufren resaca no disminuyen su consumo para evitar resacas en un futuro.
Con estos datos, los científicos fueron un paso más allá y preguntaron a 826 estudiantes holandeses si habían bebido abundante agua o ingerido alimentos después de su última gran ingesta de alcohol. Más de 50% de los encuestados lo hicieron, sin embargo, con los datos recogidos se dieron cuenta de que la diferencia en las resacas de unos y de otros eran prácticamente inexistentes: las consecuencias de la borrachera no tenían relación con haber comido o bebido después del consumo.
Ante estos resultados, Verster afirma que «los que tomaron agua o alimentos mostraron una mejora estadística ligera en cómo se sentían sobre aquellos que no lo hicieron, pero esto realmente no se traduce en una diferencia significativa. Lo único que podemos afirmar con seguridad tras el estudio es que la única forma práctica de evitar una resaca es beber menos alcohol».