El 18 de enero de 2020, un grupo de rugbiers de entre 19 y 21 años mataron a golpes a Fernando Báez Sosa. Un año más tarde, casi no quedan dudas sobre la participación de cada uno en el homicidio. Por esa razón, el juez David Mancinelli elevó la causa a juicio de nueve de los acusados. El único sobreseído fue Juan Pedro Guarino.
En primer lugar, Mancinelli le explicó al abogado de los rugbier, Hugo Tomei, porque el proceso, dirigido por la fiscal Verónica Zamboni, fue correcto. Durante la investigación la agente del Ministerio Público Fiscal recibió embates jurídicos por parte del defensor, una estrategia que no hizo más que demorar la llegada al juicio porque, pese a los pedidos de nulidad, la causa avanzó.
Desde el día del crimen, se tomaron 16 declaraciones testimoniales, se realizaron 10 reconocimientos en rueda de personas y “se recopilaron multiplicidad de imágenes de video de la Discotheque Le Brique, del Supermercado “Marina”, del complejo “Octógono”, de particulares y de la Municipalidad de Villa Gesell, así como vasta información de los celulares secuestrados a los implicados”, destacó el juez.
Al mismo tiempo, volvió a avalar la prisión que dispuso la fiscal desde el inicio por dos ítems: la expectativa de pena del delito (podrían ser condenados a prisión perpetua) y “actitud evasiva” que mostraron los imputados al darle a la policía una pista falsa: la mención a Pablo Ventura que fue detenido y luego liberado por falta de mérito. El joven de Zárate logró demostrar que los rugbiers lo habían señalado para zafar de la responsabilidad del crimen. En ese simple acto, los acusados calzaron justo con las figuras de entorpecimiento y peligro de fuga, argumentos procesales para la preventiva.
El fortín alrededor de Fernando Báez Sosa y sus agresores
Incluso, los allegados a la víctima, recibieron golpes. Para el magistrado, este fortín -conformado por Luciano Pertossi, Lucas Pertossi y Ayrton Michael Viollaz- fue “un aporte imprescindible para la consumación del asesinato”.
Este escenario, de un premeditado, con división de tareas, fue planteado por la fiscalía de cara al juicio oral: “Acordaron darle muerte a Fernando Báez Sosa en virtud de un altercado que tuvieron dentro del boliche Le Brique. Minutos después, cumplieron con su palabra: lo asesinaron. Para ello aprovecharon la distracción de la víctima –que tal como surge de las declaraciones testimoniales, ya había dado por terminado el conflicto y consumía tranquilo un helado-, y golpearon a sus amigos para evitar que éstos lo defiendan”.
Las conversaciones y mensajes que se enviaron esa noche los rugbiers también son abrumadoras. Por su cantidad y por su contenido. También los gritos enardecidos del grupo durante la escena: “…Ahora qué pasa, que estamos afuera. Adentro, pegan de atrás, ahora afuera a ver quién gana”. “Dale cagón, levantate”. “A ver si volvés a pegar, negro de mierda”. “Quedáte tranquilo que me lo voy a llevar de trofeo”. El juez destacó estas frases en esta resolución.
No hay ninguna duda que fue la ferocidad de la golpiza lo que provocó la muerte: “Le propinaron en el suelo, varias patadas en su rostro y cabeza, causándole lesiones corporales internas y externas, las cuales provocaron su deceso en forma casi inmediata, al causarle un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a un traumatismo grave de cráneo”.
Mientras los investigadores analizaban las imágenes de cámaras de seguridad y celulares, llegaban a la causa los informes médicos de los detenidos, otra evidencia esencial del caso: Comelli presentó hematoma sobre labio inferior, Thomsen, presunto tejido hemático en su mano derecha; Luciano Pertossi escoriaciones en el cuello y axila izquierda; Lucas Pertossi, escoriaciones en parte axilar posterior derecha y axila frontal izquierda y Milanesi escoriaciones lineales cara posterior del cuello y mano izquierda parte frontal.
“Posteriormente, al efectuarse las evaluaciones médicas se detalló que Benicelli presentó escoriación en región intercostal y hemotorax izquierdo. Cinalli, hematoma circular de 3 mm de diámetro en cara anterior de antebrazo derecho. Violla, lesión contusa en nudillo derecho de tercer dedo compatible con escoriación y Milanesi escoriaciones lineales en segundo dedo y tercero, cuarto de mano derecha y en región dorsal compatible con arañazos y escoriación en tercer nudillo de mano izquierda”, precisó el documento.
La zapatilla de Máximo Thomsen y el testimonio del médico que recibió el cuerpo de Fernando Báez Sosa
Los forenses determinaron que la impronta observada a nivel de mentón lado izquierdo coincidía con la de la suela de la zapatilla referenciada en como “D1”. Se especificó que “la huella documentada fotográficamente en la autopsia corresponde a una impronta parcial de pie calzado originada por una lesión tipo contuso esquemática que reproduce un diseño similar a un trazado en zigzag y casi perpendicular a éste, en línea curva, concluyendo que existe similitud de diseño de la impronta lesiva y el observado en la suela de la zapatilla incautada”.
“El informe adquiere especial relevancia con el resultado de la pericia de cotejo scopométrica a partir de la cual se concluye que la zapatilla conteste con la impronta tomada del rostro del cuerpo de la víctima pertenece a Thomsen Máximo”.
El juez también valoró el testimonio del médico de policía que recibió el cuerpo: “El día que falleció Fernando Báez, 18 de Enero del 2020, me encontraba de turno, comenzando mi guardia a las 08.00 horas de la mañana, cuando recibí un llamado en donde me requerían para hacer la autopsia de un chico que había fallecido de forma traumática y que estaba en el Hospital Municipal de Villa Gesell”.
“Me acerqué al nosocomio a verlo, en Gesell no hay morgue por eso la autopsia se realiza en el Hospital de Pinamar, donde se cuenta con las instalaciones. Fernando estaba en una habitación, esperando ser trasladado a la morgue. Antes de retirarlo, solicito se le realice tomografía computada de todo el cuerpo para ver si tenía fracturas, lo que arrojo resultado negativo en relación a las fracturas, pero sí presentaba hemorragia masiva intracraneana”.
Le preguntaron si podía determinar cuál de las lesiones ocasionaron la muerte de la víctima. “Fueron los golpes en la cabeza, sin duda”, respondió.
“Caducó”
El juez también mencionó el trabajo de la División de Comunicaciones y Tecnología de la Policía Federal Argentina en cuanto al contenido de los teléfonos celulares de los imputados, en el que encontraron “videos y conversaciones” entre ellos, desde el momento en el que pactaron la redada a Báez Sosa y sus amigos, la ejecución del homicidio y los sucesos posteriores. Principalmente, destacó los diálogos mantenidos por los rugbiers a través del grupo de WhatsApp “los delboca3”.
Entre los mensajes destacados, se encuentra el “caducó” de Lucas Pertossi, que avisaba a sus amigos, de esa manera, que el chico al que habían golpeado, había muerto. ”Estoy acá, cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… Caducó”, fue el mensaje completo.
La cacería mortal de Milanesi
A diferencia de la fiscal, Mancinelli resolvió sumar a Milanesi en la elevación a juicio, basado en una declaración y en las heridas que presentó. Sin embargo, admitió que el caudal probatorio en contra del joven es menor que el reunido contra el resto de los coimputados y decidió que continué en libertad.
“Milanesi concurrió a Le Brique junto a los agresores, permaneció en las inmediaciones del boliche luego de ser expulsado, fue ubicado por uno de los testigos corriendo hacia las víctimas, y presentó lesiones similares a arañazos luego de una cacería mortal. Entiendo que frente a esos elementos el estado de certeza negativa para proceder al sobreseimiento no se ha alcanzado, y su situación deberá dilucidarse en el amplio marco probatorio que ofrece el debate oral”, determinó el juez.