A pesar del acercamiento político entre Argentina y Estados Unidos, China volvió a mostrarse como un actor clave en la economía nacional. El gigante asiático reactivó negociaciones para retomar la construcción de una represa hidroeléctrica en Santa Cruz, paralizada desde hace casi dos años.
Fuentes del sector energético confirmaron que los bancos chinos ofrecieron nuevas condiciones financieras para destrabar el proyecto. La obra, considerada fundamental para el desarrollo energético del sur del país, podría generar más de 3.000 puestos de trabajo directos y un fuerte impacto económico regional.
El acuerdo llega en un contexto de tensión geopolítica. Mientras el gobierno argentino fortalece su alianza con Washington, Beijing busca mantener su influencia a través de inversiones en infraestructura, energía y minería. La represa patagónica se convirtió así en el nuevo escenario de disputa entre potencias.
Desde el Gobierno nacional destacan que se trata de una oportunidad para retomar la obra sin condicionar la política exterior. Sin embargo, analistas advierten que este tipo de convenios suelen incluir cláusulas que comprometen la autonomía financiera del país.
En Santa Cruz ya se retomaron movimientos preliminares, como el relevamiento técnico del área y la convocatoria a ex trabajadores. La intención oficial es reactivar los trabajos antes de fin de año, lo que marcaría una señal de pragmatismo económico frente al tablero internacional.
Con esta decisión, China demuestra que sigue teniendo un rol central en el desarrollo argentino, más allá de los cambios políticos o las nuevas alianzas globales. La represa patagónica vuelve a ser símbolo de la puja silenciosa entre dos potencias que disputan influencia en el sur del continente.