Pese a las medidas de ajuste económico aplicadas por el Gobierno, la inflación no da tregua: se proyecta que en noviembre se mantendrá por encima del 2 %. Este comportamiento pone en entredicho la efectividad de las políticas de contención de precios.
La suba constante de precios afecta a todos los sectores de la economía: los más vulnerables sufren el golpe más fuerte, mientras que las empresas enfrentan una incertidumbre creciente para planificar sus inversiones y su producción.
Economistas advierten que, sin cambios estructurales profundos, el ajuste podría resultar insuficiente. Si bien algunas medidas pueden tener impacto a corto plazo, no alcanzan para frenar las expectativas inflacionarias ni para corregir los desequilibrios macroeconómicos más complejos.
La población siente el efecto día a día: los salarios pierden poder adquisitivo, la canasta básica se encarece y las familias se ven obligadas a recortar otros gastos. En este escenario, la política monetaria y fiscal tendrá un papel clave para determinar si la inflación puede comenzar a moderarse o si se convertirá en un ciclo persistente.

