A la hora de hablar de los números, se calcula que se llevaron un botín de un millón de dólares, más de 40 millones de pesos, alhajas y otros valores. El raid fue intenso porque la banda cometió una seguidilla de robos en departamentos de Mar del Plata en los últimos siete meses. Hay imágenes de los delincuentes tomadas por las cámaras de seguridad de los edificios y de la comuna, también escuchas telefónicas que revelan qué rol ocupó cada uno de los integrantes de la banda.
Mensajes entre esas líneas de teléfonos le permitieron al fiscal de instrucción Fernando Berlingeri y a personal de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de la ciudad identificar a los sospechosos. Los investigadores sostienen que la banda cometió al menos cuatro robos en los últimos siete meses, tres en departamentos del macrocentro y otro en la zona de Playa Grande.
Los procedimientos se llevaron adelante en una casa del barrio privado «Rumencó Joven», ubicado en la avenida Jorge Newbery, en el sur de la ciudad; en una casa de French al 5300; un inmueble en San Juan al 4100; en una casa de la calle Laprida al 5000 y en un local que operaba como «cueva» en Catamarca al 2200, dedicada a la compra venta de moneda extranjera.
Ninguno de los sospechosos estaba cuando llegaron los agentes. La actitud de los ocupantes de esas propiedades llamó la atención de los investigadores, porque «nadie se sorprendió por los allanamientos». Estaban como esperándolos, dijeron fuentes del caso.
Según los investigadores, la banda estudiaba a las víctimas a partir de información sensible que obtenían, como la base de sus ahorros o sobre operaciones inmobiliarias recientes.
Duplicaban llaves de acceso a los edificios, para lo cual hacían algunas visitas. Cuando las llaves tenían chip, los delincuentes hacían seguimientos en vehículos, utilizaban inhibidores y las robaban. Luego, cometieron los robos a modo de “escruche”, es decir, cuando los dueños de casa no estaban, o se encontraban de viaje o, como en el último caso, cuando habían salido a cenar.
«Hay filmaciones, producto de las cámaras de seguridad de los edificios en los que vivían las víctimas y aledañas, que muestran a distintos integrantes de la banda mientras merodeaban la zona los días previos a cometer los ilícitos», dijo el fiscal.
Berlingeri contó que «entre las víctimas no hay relación alguna, no se conocían entre ellos», y explicó que hay escuchas telefónicas que están incorporadas a la causa, donde hablan entre ellos sobre los hechos cometidos.
El primero de los hechos que se le atribuye a la banda ocurrió el 28 de julio del año pasado en un edificio de Moreno al 3000 y, unos días más tarde, la misma banda cometió otro robo en otro departamento del mismo edificio, aprovechando que sus moradores estaban de viaje. Las víctimas fueron dos personas de 85 y 87 años. Solo de uno de esos departamentos se llevaron 150 mil dólares y dos armas de fuego.
La banda ya había comenzado gastar parte del botín, cuando volvió a actuar. Fue el 13 de noviembre pasado en un edificio ubicado a seis cuadras del anterior, en Bolívar al 3500. De allí se fueron con más de un cuarto de millón de dólares y unos 150 mil pesos.
El último ocurrió el 20 de enero en un departamento de la calle Rodríguez Peña al 100, en plena zona de Playa Grande, de donde se llevaron una caja fuerte, además de dos valijas que cargaron con otros valores.
La investigación determinó que, a poco de cometer los robos, los sospechosos compraron autos y camionetas. Uno adquirió un Fiat 500 y una VW Amarok V6 Extreme, otro invirtió en joyas y reservó un Peugeot 308 y un Ford Fiesta. Un tercero compró una Ford Raptor 0 km. Y viajaron: en diciembre dos de ellos estuvieron en Qatar viendo a la Selección.