El Coronavirus ha impactado gravemente tanto en Estados Unidos como en China: la tasa de desempleo en el país del Norte llegó al 14,7%, la cifra más alta desde la crisis de 1929 (aunque en los últimos dos meses ya recuperaron más de 8 millones de empleos). Por su parte, China tiene grandes problemas con su Nueva Ruta de la Seda. Para realizarla, otorgaron importantes préstamos (460.000 millones U$S), pero, debido a la pandemia, muchos países deudores le han pedido retrasar o refinanciar sus pagos, poniendo en peligro su economía.
La relación entre ambos países se encuentra en su peor momento desde 1972, año en que iniciaron la normalización de sus vínculos diplomáticos. Varios sucesos ocurridos durante el mes de julio han elevado las tensiones al máximo. El día 7 Donald Trump comunicó que su país se retiraba de la OMS por haber “protegido” a China respecto a sus responsabilidades con el COVID-19. Además, el 22, Estados Unidos cerró el consulado chino en Houston, acusándolos de participar en el robo de información. Los líderes chinos contestaron de la misma manera con el consulado norteamericano en Chengdu. También debemos mencionar que, tiempo antes, Estados Unidos había rechazado los reclamos de soberanía china en el mar de la China Meridional y el 2 de julio envió 2 portaaviones nucleares al Océano Pacífico en “defensa de la libre navegación”.
Los líderes chinos creen que Donald Trump está utilizando el actual conflicto como eslogan de campaña para obtener la mayoría de los votos conservadores. Hay que recordar que en noviembre se realizarán las elecciones presidenciales en ese país y el 66% de los estadounidenses tiene una visión negativa sobre China. Además, existe cierto consenso entre los políticos, tanto republicanos como demócratas, respecto de que China es una amenaza, ya que roba sistemáticamente información tecnológica y farmacológica, la cual es utilizada para mejorar sus capacidades militares y científicas.
Estados Unidos ahora sube la apuesta y recientemente ha informado que la famosa aplicación china TikTok deberá ser vendida (Microsoft es uno de los interesados) o deberá ser prohibida en el país debido a su fuerte vínculo con el Partido Comunista chino. Por otra parte, se ha anunciado que próximamente Alex Azar, secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., viajará a Taiwán (China la considera una parte de su territorio), lo que representa la visita más importante de un funcionario estadounidense a la isla desde 1979. Y esto es, para los líderes chinos, una clara provocación, ya que rechazan cualquier contacto oficial entra la isla y funcionarios extranjeros.
Estados Unidos y China son las potencias militares, económicas y científicas dominantes. Pero, a pesar de las provocaciones, una guerra entre ellos no parece posible, ya que sus economías están notablemente interconectadas, por lo que resultaría catastrófico para ambos. Además, por el momento, China tiene varios problemas internos que resolver (una enorme deuda pública y una burbuja inmobiliaria) antes que involucrarse en un conflicto bélico a gran escala.